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Junio 2007
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Inmigrantes víctimas de arrestos colaterales

Por Maria Elana Salinas
Syndicated Columnist

MENDOTA, Calif. -- No pasa un día sin que Laya sienta temor de ir a trabajar. Laborar en los campos recogiendo las cosechas de frutas y verduras, aguantar las inclemencias del tiempo y estar de pie durante largas horas es físicamente extenuante. Pero para Laya, peor que eso es el pensar en que en algún lugar entre los campos del Valle Central de California y su modesto apartamento en el pequeño pueblo agrícola de Mendota, pueda ser detenida por autoridades migratorias y separada una vez más de sus hijos.

Su dramática historia resalta las terribles consecuencias de las acciones inhumanas de las autoridades migratorias que parecen más una limpieza étnica que un cumplimiento de la ley. Las redadas de inmigración y la búsqueda de fugitivos, lo cual se ha incrementado notablemente en meses recientes, tiene a millones de inmigrantes petrificados.

Las autoridades de inmigración dicen que con las redadas y las búsquedas puerta a puerta intentan detener a aquellos que tienen órdenes de deportación por antecedentes criminales o a quienes les ha sido negada en las cortes una petición de ajuste migratorio. Sin embargo, si en el proceso los agentes encuentran a otras personas que no tiene la documentación para demostrar su estatus legal, son detenidas en el lugar, arrestadas y deportadas. Ellos les llaman "arrestos colaterales." Según algunos informes de prensa, de los casi 20,000 arrestos realizados como parte de la Operación Regreso a Remitente, que empezó hace cerca de un año, las dos terceras partes han sido "arrestos colaterales."

Laya cae abajo esa categoría. Un día dormía con sus niños cuando escuchó golpes en la puerta. Eran agentes del ICE (Oficina de Inmigración y Aduanas) buscando a una mujer con el mismo nombre de alguien que vivía en la casa donde Laya se hospedaba. Fue claramente un caso de identificación errónea, pero procedieron a arrestar a todos aquellos en la casa que no tenían "papeles."

Laya fue forzada a vestirse delante de los agentes masculinos. Le dieron una hora para que encontrara a alguien que quedara al cuidado de sus tres pequeños hijos, todos nacidos en Estados Unidos. Su hija de 10 años, nacida en México, tendría que irse con ella. Era de madrugada, no había nadie que cuidara a los niños, incluyendo un bebé, y aun así madre e hija fueron arrestadas y deportadas sin ninguna consideración.

"Estoy haciendo mi trabajo," le dijo el oficial. Dos semanas después, luego de pagar miles de dólares a coyotes y vivir momentos trágicos y angustiosos, Laya se reunió nuevamente con sus hijos. Como muchos inmigrantes deportados, ella regresó repitiendo el peligroso viaje a través de la frontera, esta vez con su hijita como testigo.

Mientras el senado discutía cómo tratar el asunto migratorio, cientos de personas eran perseguidas. En una semana hubo dos grandes operativos migratorios. En Ohio, tan pronto como se informara de la campaña federal contra los inmigrantes, unas 400 personas buscaron refugio en una iglesia local en Painesville, una de tantas en el país que han ofrecido santuario a familias de inmigrante que temen ser separadas por las redadas y "arrestos colaterales."

Según activistas, cerca de 100 inmigrantes fueron detenidos durante ese operativo. Un par de días después, otros 100 trabajadores de una planta de procesamiento de pollos en Butterfield, Mo., fueron arrestados, supuestamente como parte de una investigación relacionada con robo de identidad y fraude al seguro social.

La propuesta bipartidista presentada para debate en el senado incluye un programa de trabajadores huéspedes y una posible vía para la legalización de al menos 12 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país actualmente. Durante una conferencia de prensa el Presidente Bush reconoció las dificultades para manejar el tema de la reforma migratoria. ¿Qué hacer con la gente indocumentada que se encuentra aquí?, se preguntó. "Es imposible echarlos del país," agregó. "Cualquiera que recomiende tratar de sacar a 12 millones de personas que han permanecido en nuestra sociedad durante largo tiempo, está enviando una señal que no es real al pueblo americano. Es una solución poco práctica."

Bush se refirió a los inmigrantes como: "gente buena, decente, trabajadora que quiere venir aquí a trabajar para sostener a sus familias." Pero a pesar de sus palabras de compasión, las acciones de su gobierno envían un mensaje diferente. Parece estar diciendo: "agarremos y echemos del país a tantos como podamos antes que una nueva ley les permita quedarse aquí." Nuestro gobierno tiene el derecho a hacer cumplir sus leyes y arrestar a todos aquellos buscados por actividades criminales, pero debe poner fin a los llamados "arrestos colaterales" y dejar de separar a inocentes familias inmigrantes.